lunes, 31 de diciembre de 2012

2013

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sábado, 29 de diciembre de 2012

Viajar – Parte I

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De a poco, viajando, descubro qué clase de viajera soy.
Llevo máquina de fotos, pero en general la olvido o la dejo deliberadamente en el hotel. Después me arrepiento.

Así y todo, capturo imágenes. No puedo compartirlas, al menos no de la forma en que lo haría si tuviese una fotografía.
De todos modos, las fotos que saco, y las que no saco, hablan de mí, de cómo viajo, de cómo vivo los viajes.

Esta vez, descubrí rotundamente que no sirvo para hacer turismo clásico. Que soy de los que viajan al encuentro de la gente y las vivencias.
No sé ser turista a menos que un mes antes haya leído una guía completa acerca de la historia del lugar que voy a visitar, y haya apuntado lo que me interesa ver, conocer.

Esta vez no me dieron la cabeza ni los tiempos para investigar y armar un plan. Lo único que pude planear fueron los power point que me ayudarían en las charlas que compartiría en San Pablo y en FLIPORTO (Olinda). Creo que la ansiedad previa al viaje, sumada a los trabajos que tenía que terminar antes de partir, no ayudaron.

Viajé con 21 kilos de equipaje de los que muchos eran papeles y libros, dibujos, alguna mermelada, un gran paquete de Criollitas, y otro tanto, o más, ropa: ropa para calor, ropa para lluvia, ropa para estar cómoda, ropa por si me quería arreglar más que lo habitual, ropa para playa, ropa por las dudas, ropa porque no iba a poder lavar ropa… demasiada ropa, como siempre. Volví con 21 kilos, otros libros, la misma ropa.  Pero además de lo que traje en la valija y lo no está en ninguna foto, traje afectos, encuentros, palabras, miradas, sabores, climas, colores.

Viajo compartiendo, de eso no tengo dudas. Y también viajo buscando encontrar mi ritmo en el nuevo ritmo que implica el trabajo, las visitas a escuelas o a ferias.
Me acomodo a lo nuevo, a lo desconocido, a otro idioma, me adapto, disfruto, pero también busco donde tirar mi ancla un rato, para no perderme, para reencontrarme. Y es así como más disfruto los encuentros nuevos, recuperándome en alguna isla de soledad o hermanándome con la gente.
Estos viajes llenos de actividad, con gente que trabaja con libros, siempre me regalan nuevos amigos.

Y encontré mis lugares, y encontré hermanos.

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