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Me
gusta descubrir el lugar donde estoy, caminando. Empiezo de a poco, cuatro
cuadras para allá, cuatro para el lado contrario. Una vez que reconocí ese
espacio, me aventuro más lejos. Si puedo, hago todo caminando o en transporte
público.
Me
gusta la calle, mirar a la gente, hablar con vendedores. No sé si busco lo
local o lo encuentro, lo veo.
Y,
si donde estoy hay un mercado o feria callejera, ahí voy.
Miércoles
Llegué
a Recife a las seis de la tarde. Ya había oscurecido y la temperatura era
agradable. Me buscaron en el aeropuerto y me dejaron en el hotel.
Desde el balcón de mi habitación.
Dejé
la valija y la mochila y partí liviana hacia la costa que estaba a sólo tres
cuadras. En el camino, junto a una iglesia de 1707, “Igreja da Boa viagem”, encontré
un pequeño y apretujado mercado callejero de comida regional.
Captura de pantalla de google maps.
Para variar, no tenía la máquina de fotos conmigo.
Me
dediqué a mirar y preguntar y de paso comí. Después, ya junto al mar, caminé y
miré. Había gente jugando al futbol, gente sentada conversando, gente sola,
gente que caminaba como yo.
Vi
unos carteles que me llamaron la atención. Era obvio que para eso estaban. Pero
no tenía la máquina de fotos, así que el último día fui y los fotografié.
Me
quise mojar los pies y me arremangué los pantalones. Una ola, chiquita y en
apariencia sin fuerza, se me trepó hasta los muslos. Así volví al hotel,
tratando de que no se notara que venía chorreando agua.
Me
acosté temprano.
Al
día siguiente, inauguraba FLIPORTO.
Tomé
el transfer de las tres de la tarde junto a otros invitados al Festival. Pregunté nombres y
lugares de origen para entablar conversación: José Carlos Aragão,
dramaturgo,
con quien ese día casi no hablamos, y Bernardo Gurbanov, vicepresidente de la
cámara brasilera del libro y editor de Letraviva, argentino, radicado allá
desde hace treinta años, con quien charlamos los cuarenta minutos del viaje a
Olinda. También viajaba un señor muy callado al que le vi cara conocida, del
que no pude recordar dónde lo había visto o escuchado hasta un buen rato después.
Era Joao Gilberto Noll, escritor brasilero, nacido en Porto Alegre, a quien
había escuchado leer sus textos en el Foro de la Fundación Mempo Giardinelli
un par de años atrás.
En el camino a Olinda.
Lllegada a FLIPORTO, en el Parque do Carmo.
Foto
que me sacó Bernardo al llegar a
FLIPORTO.
Le saqué una a él, pero con su máquina.
Caminando
por el parque, llegué a la carpa donde estaba Antonio Nunes, organizador de la
parte del festival dedicada a literatura infantil.
Pude
escuchar la primer charla -“Papo com o autor”- de Rosinha, ilustradora y
escritora pernambucana, de Olinda. Con quien, de solo escucharla, además de
poder curiosear algo de su trabajo, me sentí hermanada.
Después
de su charla, hablaba Aragão, uno de mis
compañeros de viaje. Así que me quedé, escuché y le saqué algunas fotos, malas,
pero fotos al fin.
A
las 20 hs se inaguró el festival con un recital de María Bethania. Poesía y
música, música y poesía. Fue absolutamente conmovedor.
Otra foto mala. Ahí, está ella.
Ahí
me encontré con Fabíola Farías. O mejor dicho, ella me encontró a mí. Nos
conocíamos sólo por correo, a raiz de una reseña que ella hizo para la Revista
Emilia, de mi libro Papai e eu, às vezes.
Esa
noche cenamos con Samuel y Fabíola.
Viernes
Pasó
a buscarme un amigo de un amigo para salir a almorzar. Con él conocí el Mercado da encruzilhada
y ahí probé un par de comidas locales,
además de charlar, charlar, charlar y beber.
Ese
día fui más tarde a FLIPORTO. Estaba cansada, así que también volví temprano. De regreso, viajé
con Noll. Esta vez conversamos.
Como
a esa hora la feria de comidas de mi primer día todavía estaba abierta, opté
por cenar algo de ahí.
A
una cuadra había otra feria, una de artesanías. La recorrí y compré algunas
cositas para regalar y regalarme.
De
regreso, desde mi balcón en el piso 13, descubrí que en el patio del hotel,
preparaban una fiesta alrededor de la pileta. Espié, pero aunque hubo músicos
en vivo, no parecía muy divertida.
Sábado
Había
planeado hacer algo de turismo, conocer al menos la ciudad vieja.
Me
levanté muy temprano y tomé un ómnibus. Con el mapa en la mano fui recorriendo
calles y más calles, en parte, buscando otro mercado del que me habían hablado
mucho. Tenía el paraguas en la mochila porque a la hora de salir estaba algo
nublabo. Me alegré de tenerlo, no por la lluvia que nunca llegó sino por el
sol. Un verdadero sol “queimante e ardente”. Por más que anduve de acá para
allá, nunca llegué al mercado. La temperatra me hizo abandonar.
Sólo parte de mi recorrido.
Algo curioso... descubrí que había una muestra de Liniers. Y la visité.
Con otro ómnibus llegué a Olinda a la hora de almorzar. Fui al restaurante del que nos habían dando "vouchers de alimentaçao". Un lugar con increíble vista al mar.
Me
quedé ahí, comiendo, escribiendo y disfutando un par de horas, hasta que me
encontré con Fabíola con quien me seguí quedando.
Después,
en FLIPORTO, nos juntamos con Rosinha y escuchamos la charla que daba Fabíola
sobre Campos de Queirós, y luego la de Tiago de Melo Andrade.
Ya de noche
pasamos por una presentación de libros de Mia Couto y de otro escritor del
que no recuerdo el nombre. Me llevé un libro de Couto dedicado.
Fabíola y Rosinha
Esa
noche, después de planear ir acá o allá, ante el cansancio y la necesidad de salir del ruido, Rosinha nos convidó a cenar en su casa. Cena de lujo hecha por su hijo.
Noche de lujo por el clima. Compañeras y charla de lujo. Una de esas noches que
no se olvidan.
Domingo
Por
la mañana caminé por la playa. Era el día de mi charla y me lo tomé con mucha
calma.
Pasado
el mediodía me encontré con Noll en el lobby del hotel. Conversamos mientras
esperábamos el transfer. También era el día en el que él leería sus textos al
público. Prometí estar.
Leí
una nota que me mostró riendo. El título: Noll, el escritor del caos. Una
página del diario en la que lo entrevistaban. La disfruté, disfruté su inteligencia y sensibilidad.
Tratando
de explicarle lo que era un libro álbum, terminé mostrándole mi libro con un
poco de pudor. Sentí una profunda emoción cuando lo vi detenerse en cada página,
darlas vuelta como si fuesen frágiles. Pensé, no lo dije, se lo voy a regalar.
Y, más tarde, lo hice.
Mi
charla empezó a las cuatro de la tarde. Antonio Nunes me entrevistaba.
Nuevamente, como en el Colegio Marupiara, en San Pablo, proeyecté imágenes y
mostré algunos de mis libros que pasearon entre el público de mano en mano.
La gente fue muy, pero muy participativa, tanto, que a la hora siguiente,
mientras dibujaba en vivo, me seguían preguntando. Solo que en ese momento, muy
concentrada en lo que estaba haciendo, no me daba cuenta de que me hablaban a mí.
Entonces Tonton (Antonio), se me acercaba con la pregunta.
Me quedé a escuchar otra charla de Rosinha
y Jô Olivera sobre xilograbado y técnicas populares. Fue un placer también conocerlo a Olivera.
De
ahí, corrí a otra carpa a escuchar un rato a Noll. Impresionante. Lo llamé el
señor de las mil voces. Compré uno de sus libros, le pedí que me lo dedicara, y
le regalé y dediqué Papai e eu, às vezes.
Era
el el último día de FLIPORTO.
Me
despedí de todos, agradecida.
A
las 2.30 de la madrugada tenía que partir nuevamente al aeropuerto.
Me
quedé con ganas de mucho, sobre todo de recorrer Olinda, de conocer "A casa do Livro Infantil e da Leitura", recientemente inaugurada, de tomar el trencito, de
pasear más, de conversar más. Habría necesitado otros cuatro días, sin horarios
de ninguna especie y algo menos de calor para eso. Espero volver.
Agradezco a los organizadores de FLIPORTO la invitación, especialmente a Antonio Nunes y a Veronika.
Agradezco a los organizadores de FLIPORTO la invitación, especialmente a Antonio Nunes y a Veronika.
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2 comentarios:
Ha sido un placer viajar a tu lado. Feliz año!!!!
Me alegra, Pilar. Gracias.
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