lunes, 5 de marzo de 2012

¿A qué te dedicás?

...


Pregunta frecuente para la que tengo una vaga respuesta: ilustro y escribo, hago libros.
Respuesta a la respuesta: Ahhhh… Entonces agrego: libros para chicos, libros ilustrados… en realidad, libros para todos.
Acá viene la parte donde dudo si digo que mi pasión es el libro álbum o no. Sé que implica desarrollar, tratar de poner en palabras, hacer gestos, apelar a mi imaginación y la de mi interlocutor,
porque rara vez tengo un ejemplo a mano.
Si la charla se extiende, no sólo me esmero en explicar, sino que, ante el entusiasmo por el interés que haya podido provocar, sigo.
También pregunto, como me preguntaron a mí. Y a veces la conversación se expande, crece, ya sea por intereses compartidos o mera curiosidad.
¿Y trabajás para alguien? Mmmm… sí y no.  No tengo horarios, aunque en general, tengo fechas que cumplir. Pero no siempre es así, porque no siempre estoy trabajando por encargo. También dibujo y escribo porque se me da la gana, porque lo necesito… Y aparece la pasión, otra vez. Digo que me gusta mucho hacer lo que hago, que no podría vivir (en todo sentido) sin hacerlo. Que lo hago por pura gana y también para ganar la plata que necesito para pagar cuentas y comer. Que para mí no existen los días de semana ni los feriados, a menos que yo decida y pueda inventarlos.

Hoy es domingo. Dormí hasta muy tarde porque anoche trasnoché.
Desayuné mirando el patio, mis plantas, mientras tomaba café y de a poco empezaba a conectar con el nuevo día. Miraba el patio, pero al mismo tiempo, entre el jazmín de país florecido y los gajos del otro, el amarillo, que van prendiendo, se colaban partes de un texto, imágenes borrosas, materiales. Sin querer, había empezado a trabajar. Seguía trabajando, porque en realidad, ni el texto, ni lo que imaginé la primera vez que lo leí –hace meses- me abandonaron.
Eso es lo que me pasa cada vez que encaro un nuevo proyecto, no importa si es por encargo. Lo que sí importa, es que me importe.
Puedo comparar esta sensación con un río que en alguna parte de su cauce se vuelve subterráneo. No siempre lo veo ni lo siento, pero está ahí, adentro o afuera, siguiendo su curso.
Cuando estaba lo suficientemente despierta, cuando mis ojos empezaban a poder hacer foco –aunque fuese con anteojos-, busqué los papeles, el texto, el diseño de página, todo lo que había preparado ayer. Y empecé. O más bien, seguí.
Pasaron las horas sin que me diera cuenta, sin hambre más que de café.
Cancelé un paseo en bicicleta porque ni el calor ni piernas me habrían permitido avanzar más de tres kilómetros. Y para el llamado paseo, eso era sólo el comienzo.
Y seguí imaginando, dibujando, armando el rompecabezas de lo que quiero decir, como lo quiero decir. O dejando que se armara cada vez que surgía algo nuevo. Sorprendida, sí, porque no tengo idea de cómo pasa lo que pasa. Simplemente ocurre. A veces creo que entro en trance. No escucho, no veo. Pero sí escucho y veo aquello que corre por dentro. Me pueden hablar y yo contestar, pero en esos momentos no registro de verdad el afuera.
Creo que eran las ocho de la noche cuando paré, cuando me di cuenta de que me estaba quedando sin cigarrillos y de que el chino iba a cerrar.
Dejé los papeles en la mesa. Me vestí y salí.
Mientras caminaba hacia el quiosco pensaba en qué tenía ganas de comer. En dos cuadras, decidí.
Compré berenjenas. Tomates y perejil, tenía. Pero olvidé que me había quedado sin ajo.
Mientras cortaba berenjenas y calentaba la sartén pensé en la pregunta ¿a qué te dedicás? Me di cuenta de que era domingo y de que yo había trabajado todo el día. De que estaba contenta con eso, y con estar en ese momento haciendo otra cosa que me apasiona, cocinar. Pero sobre todo estaba contenta con lo que había hecho. No me importaba que otros, los domingos, se dedicaran  a mirar el cielo.
Descorché un “blanc souvignon” y me senté a comer una deliciosa tostada con berenjenas, tomate y perejil. Una buena cena para alguien que hizo lo que quiso y que además sintió que le salió bien.
Ahora sí, con el alma y la panza llena, a mirar el cielo.

Y ya que estoy, dejo la receta:



¿A qué te dedicás?
(Multiplicar por cantidad de personas que preguntarán)

1 berenjena en rodajas de ½ cm
1 tomate perita en rodajas de 1 cm.
1 rodaja de pan de campo tostada en el momento.
Sal, ajo (si tienen), perejil picado, sal, pimienta y azúcar.

Remojar por 20 minutos o media hora las rodajas de berenjena en agua con sal. Escurrir.
Dorar en un fondo (una nada) de aceite de oliva por ambos lados. Si tienen ajo, agregar un ajo en fetas para saborizar. O picado, si les gusta más. Reservar y poner pimienta (sal no, no es necesario ya que se salaron en el agua).
En la misma sartén darles un buen golpe de calor a los tomates, dar vuelta y salar y esparcir en cada rodaja un toque de azúcar y perejil.
Colocar sobre la tostada las rodajas de berenjena y arriba las de tomate. Al final, un poquito más de perejil y un toque de aceite de oliva.
Y… a cenar, o almorzar. ¡No importa que día sea, festejen la vida!



...

12 comentarios:

Elissa dijo...

sabroso texto y sabrosa cena! :D

Germán dijo...

Me alegra saberte así. Abrazo.

María W. dijo...

Me alegra, Pau! Saboree nomás.

Abrazo para vos, Germán.

Ale Karageorgiu dijo...

Tus dibujos, tus textos, tus comidas, están llenas de calidez, siempre.
Gracias por compartirlos.

María W. dijo...

Ale!!! Gracias. Compartimos mucho de lo mismo. Y eso es un placer. Las berenjenas a la Ale, en casa, se repiten una y otra vez.

Yolanda dijo...

que buen domingo, que buena explicación y que rica receta.
Suena todo tan relajante María!

susanarosique dijo...

Es fantástico pasarse por aquí, y ver cómo compartes arte, inquietudes, ¡y ricas recetas para ser feliz! Saludos, S.

Nora dijo...

Me encantó todo!!! tu domingo, tus palabras, tu comida... Qué buena onda, como dicen los chicos :-)

Cotepinta dijo...

que bien me senti leyendote , y como me identifique con tu pasion por explicar " que hago yo".... la receta se ve deliciosa, solo que mi pasion no es la cocina pero las manos de un marido con arte culinario hacen maravillas... ;)

yo me dejo el resto para mi en mi alma y mi corazon y el vino para degustar todo!!!

un abrazo
cote

María W. dijo...

Yolanda, Susana, Nora, Cote, abrazos para las cuatro. Gracias.

Unknown dijo...

Qué gusto da leerte y saberte tan feliz.
¡Te deseo mucho disfrute!
Felicidades, un abrazo grande.

María W. dijo...

Gracias, Ines por el deseo, y también por hacerme releer y recordar. A veces, hace bien eso también. Saludos.